¡Y pensar que la temporada de invierno aún no termina! Según los servicios meteorológicos, todavía podrían aparecer otros ocho huracanes -o a lo menos, tormentas tropicales-.
Mientras Providencia y Santa Catalina se sobreponen al coletazo de 'Beta', nosotros seguimos a la espera de una pronta tregua de San Pedro para no ser testigos de más tragedias que, verbigracia la de Bello, se suceden con cada aguacero.

Ojalá no se nos enfríe también el espíritu en esta temporada.
Más sobre el concierto de Juanes
(Para Katita... y otros amigos)
El pasado domingo 16 de octubre, Juanes, en compañía de otros varios artistas (Entre tres, Tres de Corazón, Octavio Mesa, Coffee Makers), ofreció en Medellín, su ciudad natal, nuestra ciudad, un multitudinario concierto gratuito en conmemoración de los 330 años de la Ciudad de la Eterna Primavera.
 
El evento, auspiciado por el gobierno municipal, congregó a cerca de 100.000 personas que disfrutaron de la música y espectáculo de tales artistas locales. El lugar escogido: la avenida San Juan frente a La Alpujarra, sede del gobierno local y regional. Así, en una gran avenida se encontraron miles de antioqueños para celebrar tan singular cumpleaños.
 
Más de cinco horas de música y diversión, la mitad de las cuales Juanes usó para hacer gala de su talento y poder de convocatoria, sirvieron para rendir sentido homenaje a la ciudad que, entre montañas, arrieros y flores, se convirtió en polo de desarrollo de la Colombia de principios del siglo XX y ejemplo de amor por la tierra para todo el país.
 
La nota máxima de la noche, tras la presentación de Juanes y su posterior reaparición a petición del público, la pusieron todos los artistas convocados al evento, el alcalde de la ciudad, Sergio Fajardo, y los futbolistas Mauricio Chicho Serna y Víctor Aristizábal, insignes deportistas de la región; quienes, al compás de Juanes, entonaron todos el himno antioqueño, para dar cierre al magno suceso.
 
Queda para la historia el recuerdo del espectáculo más multitudinario que ha logrado hacerse en Medellín, el cual fue muestra de civismo por el buen comportamiento de los mares de gente y la gran convocatoria que se logró en torno a la figura del artista colombiano del momento. Queda el esfuerzo que hizo la administración local por ofrecerle una gran fiesta a Medellín. Y queda el agradecimiento por el regalo que Juanes y los artistas acompañantes dieron a la ciudad.  Juan-es Medellín .
 
 
Sin duda fue el concierto más multitudinario que ha tenido la ciudad en su historia.
 
 
Juan-es Medellín
¡Qué fiesta y qué invitados! Todo salió como lo habían previsto los anfitriones: Sergio Fajardo y Juan Esteban Aristizábal desde hace meses cuando empezaron a planear el festejo y acordaron que el primero se encargaría de la logística y el segundo de la música.

Los invitados llegaron puntuales, algunos en exceso, porque pasaron la noche en el lugar antes de que les abrieran las puertas. Fueron 100.000 personas las que recibieron las tarjetas de invitación timbradas con fecha y hora: el cumpleaños de Medellín era la razón que los congregaría durante cinco horas en San Juan.

Si bien en la tarjeta no estaba especificado el tipo de vestuario adecuado para la ceremonia, muchos optaron por las camisetas negras con letras blancas que tanto le gustan a Juanes para no desentonar.

Al final, no quedó más que felicitar a los anfitriones por esta fiesta tan bacana.
 
 
 Henry Agudelo | El Colombiano

Otra vez...

He aquí el amor

"Ella sabía lo que a él le molestaba y él sabía lo que a ella le dolía. Los dos se amaban, como se aman los esclavos: con temor. Él, de vez en cuando, le decía que la amaba, y ella algunas veces, se hacía la que lo escuchaba.

Pasaron así 1095 días siendo infelices casi siempre, y casi a gusto de vez en cuando. Al llegar el día número 1096, él le dijo que ya no le quería hacer más daño y ella no le respondió; él sabía que eso era sólo una excusa, mala, por cierto, ya que a él le fascinaba que a ella le doliera.

Ella, por su parte, seguía en silencio y él se molestó… se molestó tanto, que decidió no marcharse para seguir haciendo lo que a ella más le dolía, sólo porque ella acababa de hacer lo que a él más le molestaba.

He aquí el 'amor', terminó diciendo el poeta después de escribir esas líneas; un instante después, se paró y fue a hacerle la vida infeliz a la mujer que amaba, ya que sabía perfectamente lo que a ella le dolía"

                                                                                                                                                               AnGeLuS, Colombia.

Decía Andy Warhol que cada persona tiene derecho a 15 minutos de fama. El bolero de Julio Jaramillo habla de cinco centavitos de felicidad. Para mí cualquiera de las dos premisas se queda corta, debo hablar de meses de felicidad.
 
El año corriente en general, y los últimos ocho meses, en específico, he mantenido una relación estable, la primera en mi caso. No sólo se trata de la relación misma, con el embelesamiento y el placer que da, sino de lo que he aprendido. En este lapso las experiencias agradables, y aquellas que no tanto, me han forjado unas maneras claras de aceptar la diferencia con el otro, enriquecerme a partir de ella y abrir mi mente a nuevas visiones, nuevas perspectivas. Descubrí que, tras la indocilidad, suele esconderse una gran ternura. Quizá la ternura más sincera. Y eso sólo, lo vale.
 
El amor es un acto de fe: un acto de fe en el amor. Nadie te dice que estás enamorado, sólo lo sabes. Como los griegos, Gnothi seauton (conócete a tí mismo).  Tengo muchas historias por contar; en tiempos en los que las gentes no escuchan. Ni les interesan las historias. No hay memoria. Pero ella las escucha y me contradice, me ignora, me humilla y luego me enaltece, y así, enriquece las historias y comienza una nueva. Con ella. Por eso me enamoré, ese es mi acto de fe.
 
Cada décimo día de cada mes me recuerda que estoy con ella. Hoy, en el día diez del mes diez, he confirmado la vista número cien a este espacio. No fue ella, pero la conjugación de ambos sucesos -10x10 = 100- evidencia el azar, regido por el destino, siempre presente. Las parcas, ¡ay las parcas!.
 
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Entre tanto, los miembros de una congregación israelita que predica una religión basada en los Diez Mandamientos que Dios le entregó a Moisés en el desierto, cada 10 de octubre deben asistir todo el día a una ceremonia donde Jehová perdona todos los pecados cometidos durante el año.

(Sucedió el 6 de mayo. Publicado con anterioridad el 9 de mayo)
 
Iba caminando el hombre por una calle húmeda, tras una no tan efímera lluvia vespertina. Al pasar una calle, el hombrecito se topa con el transporte escolar de un colegio. El auto lleno de bombas y con una gran algarabía en su interior lleva muchos niños de regreso a casa.
Por una de las ventanas traseras de aquella buseta, aprovechando un semáforo en rojo, una niña de unos seis años saluda al hombrecito sin dejar de jugar con varias bombas en su mano. El tipo la saluda y le pregunta porqué tiene tantos globos; ella riéndose con esos dientecitos de leche dice que estaban celebrando el día de la madre y que les regalaron muchas muchas bombas, -¿Quiere una?, termina diciendo. Y el hombrecito, ni corto ni perezoso, le acepta el ofrecimiento. La niña entonces, dice que si quiere llevársela le tiene que prometer que la va a cuidar y se la va a dar a alguien que quiera mucho -en sus palabras se notaba que se refería a un niño o niña que el hombrecito quisiera mucho-.
El hombre entonces le dice que la niña a la que más quiere es su novia, que si puede aceptar que sea ella la destinada; y sin ningún reparo, la colegialita dice que sí y que la salude... porque debe ser bonita. Así, el hombrecito tomó la bomba despidiéndose de la niña de seis años mientras el semáforo daba marcha a los carros. El destino de la bomba aún no se cumple totalmente, en tanto no llegue a manos de la niña que el hombrecito más quiere...
Y se consiguió una amiga más...