Estaba caminando rumbo a casa, de noche, como siempre. Yo lo sentía, lo presentía sin saberlo. El hombre estaba en la otra esquina, a sólo unos metros, y me miraba. Me miraba como quien sabe algo. No me intimidaba pero sí me mantenía expectante. Sin dejar de recoger los cartones y el material de reciclaje que organizaba en sus manos, se acercó a mí. No era alto, pero lo parecía por su postura; no era viejo pero se notaba la experiencia y la crudeza de su oficio en su rostro. Señalándome con su mano derecha, sus dedos largos pero encorvados reptaban hacia mí. ¿Cómo se llama?, dijo. Mauricio, repliqué yo. No usted. Ella ¿Cómo se llama?, volvió a preguntar. Sin saber de quién me hablaba miré alrededor sin encontrar alguna mujer a la que yo pudiera conocer. ¿Quién?, pregunté un poco consternado. Bajando su mano dijo: -Ella, en la que está pensando, la tiene hasta en la cara. Ya un poco asombrado por la seguridad con la que me hablaba sólo dije, Perla Cecilia. El tipo me extendió su mano y con un fuerte apretón, dijo finalmente: -Eso es duro, ¡no sabré yo de estar enamorado...! Pero ese brillo en los ojos lo vale; saber que ella piensa en uno pero que nunca se va a dar cuenta de que es uno el que se deshace por ella. Disfrútelo, disfrute ante todo. Con esa despedida, siguió su camino con sus cartones y yo el mío. Llegué a casa, lunes a las ocho de la noche. ¿Es que eso se nota?

Comments (2)

On miércoles, noviembre 16, 2005 8:53:00 a. m. , Anónimo dijo...

Excelente! Es fascinante, encontrar lecturas (blogs) de este tipo, lo ponen a uno tenso, y la verdad! Mi mente, ya iba por otros lados... pero... que bueno! Si es una historia de verdad... créame que me ha pasado exactamente lo mismo... Uno piensa mucho en "ellas" pero ellas?
Bien! Muy bien!

 
On miércoles, noviembre 16, 2005 8:53:00 a. m. , Anónimo dijo...

Fascinante lectura. me gustó mucho ;)